Una de las
cuestiones que más nos plantean los pacientes en la clínica diaria es la
diferencia entre folículos y ovocitos.
Los folículos son
sacos llenos de líquido localizados en los ovarios y cuya función inicial es
rodear, proteger y nutrir al óvulo que crece y madura en su interior. Cuando a
una mujer le baja la regla, ahí comienza el ciclo menstrual, y durante esos 3 ó
5 primeros días se pueden observar por ecografía un número determinado de
folículos de pequeño tamaño, de entre 2 y 10 mm, en cada ovario (en una mujer
con fertilidad normal se calcula entre 6 y 10 por ovario), que son los llamados
folículos antrales. Este recuento aporta información sobre la fertilidad de la
mujer y la posible respuesta a un tratamiento de reproducción asistida
posterior.
Durante la primera
mitad del ciclo menstrual, el desarrollo y crecimiento de los folículos
antrales está orquestado por la hormona estimulante del folículo (FSH) que las
mujeres producimos de forma natural desde la hipófisis, y que participa en la selección de un folículo de entre todos los que comenzaron el desarrollo, para llegar hasta el momento de la ovulación. Esta hormona también
favorece la producción de estrógenos, y cuando aumentan los niveles en sangre, se
produce la rotura del folículo dominante y la liberación a la trompa del ovocito que
tenía en su interior.
En el ovario
quedan restos del folículo roto (llamado ahora cuerpo lúteo), que será el
encargado de producir estrógenos y progesterona para preparar el útero para una
posible implantación.
En un ciclo
natural sin ninguna medicación, los folículos antrales comienzan a
desarrollarse, pero sólo el folículo dominante llega a ovular
aproximadamente en el día 14 del ciclo. El resto de los folículos que
comenzaron el desarrollo se atresian, es decir desaparecen o mueren como parte
de un proceso biológico programado.
Lo que se
consigue con la medicación de un protocolo de estímulo para reproducción
asistida es evitar que el resto de folículos que comenzaron el desarrollo se
pierdan; de alguna manera se engaña al ovario y se le hace creer que todos los folículos
que comenzaron a crecer son importantes y deben de llevar hasta el final del
desarrollo. De esta manera, en lugar de conseguir un solo folículo, conseguimos
que a la punción lleguen la mayoría de los que comenzaron el camino, aumentando
así las posibilidades de éxito.
Ésta es la
explicación por la que unas mujeres tienen más folículos desarrollados al final
de la estimulación, y otras menos, porque la cantidad que llega es la que los
ovarios comenzaron a desarrollar al inicio del ciclo.
Pero un número
alto de folículos no asegura una buena respuesta en cuanto a ovocitos, ya que
no todos los folículos observados por ecografía contienen un óvulo en su
interior. Se requiere que en el momento de la punción tengan un tamaño de aproximadamente
24 mm para esperar encontrar ovocito; los folículos que tengan un mayor tamaño
tampoco es bueno, porque suelen estar vacíos, y aquellos que son pequeños aún
no tienen el desarrollo adecuado como para haber desarrollado el ovocito. Por ello,
lo ideal es tener un desarrollo sincrónico, y un adecuado tamaño folicular.
En cualquier
caso, la mujer que se somete a reproducción asistida debe saber que su caso es
propio y no comparable al de otras mujeres, ya que el número de folículos que
se van a desarrollar con la medicación serán el mismo que el ovario comenzó a
desarrollar en ese ciclo, ni más ni menos.

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